Desde el primer día de su creación, ISCA ha trabajado con un enfoque muy bien definido: trabajar en la agricultura con productos diferenciados que buscan una relación más equilibrada con la naturaleza. Sin embargo, los productos de ISCA combinan el cuidado del medio ambiente con los criterios de calidad y eficacia necesarios para operar en el mercado.
Creemos que los pesticidas biológicos serán predominantes en la lucha contra insectos y plagas en la agricultura dentro de pocos años. Para nosotros, esto ya es una realidad desde hace más de 20 años. Eso es lo que explica que nuestros investigadores hayan optado por utilizar productos basados en semioquímicos. Al fin y al cabo, la materia prima procede precisamente de elementos de la naturaleza, como insectos y plantas.
El mercado de los biodefensivos crece a un ritmo constante de alrededor del 30% anual, mientras que el de los pesticidas tradicionales no llega al 6% anual. Esta diferencia demuestra por sí sola el poder que representan los pesticidas biológicos en el mercado actual.
Los productos de ISCA tienen diferenciales que refuerzan la relación con el medio ambiente y su preservación, además de aportar innovación a las operaciones en el campo. El aspecto más importante es la introducción del modo de acción del Manejo Integrado de Plagas (MIP), definido por la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa). Mientras que la mayoría de los productos del mercado actúan intentando controlar la oruga, los productos de ISCA atacan la fase previa y controlan los insectos antes de que se conviertan en plaga.
No nos detenemos ahí. He aquí otros dos ejemplos prácticos. En primer lugar, requieren una cantidad muy pequeña de agua cuando se aplican. El resultado es el ahorro de millones de litros de agua al año. Al mismo tiempo, son respetuosos con los insectos respetuosos con la naturaleza y está demostrado que ayudan a polinizar los campos, un factor que redunda en una mejora de la productividad agrícola.
El insecticida persigue al insecto. Es necesario rociar toda la zona, lo que consume mucha agua y afecta a otros insectos además del insecto objetivo, incluidas las abejas
El insecto persigue el producto. Se aplican bandas paralelas cada 100 m que atraen al insecto objetivo, que muere al ingerir el producto. Utiliza poca agua e no atrae a las abejas
Por todas estas razones, invertir en ISCA significa invertir en el futuro: un futuro de sostenibilidad y alimentos sanos.