La historia de ISCA Global, con sede en Riverside, California, se remonta a 2019. Su nacimiento es el resultado de operaciones en Brasil (ISCA Tecnologias Ltda.) y Estados Unidos (ISCA Technologies, Inc.) y de acuerdos con proveedores de feromonas a escala global. Fue precisamente la unión de las dos empresas la que podría permitir el uso de semioquímicos en la agricultura, cuando se añadieron cualidades en los productos, la síntesis y el mercado favorable para el crecimiento de la industria.
LOS PRINCIPIOS
Fue a finales de los años ochenta cuando el biólogo brasileño Agenor Mafra Neto decidió trasladarse a Estados Unidos para profundizar sus investigaciones sobre la comunicación química de los insectos y su comportamiento en la agricultura, una gran pasión de su vida académica. Tras licenciarse en la Universidad de Campinas, una de las más prestigiosas de América Latina, y cursar un máster en la misma universidad, se dedicó a realizar estudios de doctorado en la Universidad de Massachusetts y estudios posdoctorales en la Universidad Estatal de Iowa. En medio de esta trayectoria, en 1994, ganó proyección entre los entomólogos al publicar un artículo en Nature, una de las revistas científicas más importantes del mundo, sobre la influencia de las feromonas en el vuelo de las polillas.
Con una exitosa carrera académica y un investigador respetado entre los investigadores de insectos, Agenor decidió que sería un buen momento para transformar sus conocimientos en soluciones que ayudarán a los agricultores que sufrían plagas agrícolas. Tras algunas conversaciones, en 1996, el matrimonio Ben-Hur Lenz César Mafra e Ingeborg Jost Mafra aceptaron el reto científico de su hijo. Crearon ISCA simultáneamente en Estados Unidos y Brasil. ISCA Technologies fue la primera empresa semioquímica de América Latina, con sede en la ciudad natal de la familia Mafra, Ijuí, Rio Grande do Sul. A los tres se uniría pronto el cuarto miembro de la familia, Leandro Mafra, hermano de Agenor.
La primera acción fue crear soluciones para los productores de manzanas, que se enfrentaban a grandes desafíos para satisfacer la demanda del exterior en aquellos años noventa. Al mismo tiempo que necesitaban controlar las plagas, se veían presionados para reducir el uso de insecticidas, que dejan residuos en la fruta. La preocupación por la naturaleza y el medio ambiente siempre ha sido fundamental en el modo de vida de Mafra.
Tras planificar lo que harían, Ingeborg, Ben-Hur y Agenor pasaron a los aspectos prácticos. Crearon los productos e ISCA empezó a ofrecer su gama de feromonas a precios asequibles, haciendo factible la aplicación de programas de gestión integrada de plagas. Poco después, los productores de otros productos frutícolas empezaron a apreciar las ventajas de utilizar semioquímicos para controlar los insectos.
Con una exitosa carrera académica y respetado como investigador entre los estudiosos de los insectos, Agenor Mafra-Neto decidió que sería un buen momento para transformar sus conocimientos en soluciones que ayudaran a los agricultores que sufren plagas agrícolas. Así nació ISCA.
Uno de los mayores activos de la empresa fue precisamente la rama norteamericana, dirigida por Agenor. Desde sus inicios, los laboratorios de ISCA han destacado por desarrollar una investigación innovadora en el campo de la semioquímica. No en vano, en 20 años han recaudado 40 millones de dólares en subvenciones de diversos organismos, como la Fundación Gates, el Gobierno estadounidense y universidades de Estados Unidos y Europa. De este modo, ISCA desarrolló productos que ahora llegan a cultivos extensivos como el algodón, el maíz y la soja.
A lo largo de los años transcurridos desde entonces, la cartera de ISCA se ha ampliado para incluir el algodón, el maíz y la soja, los principales productos agrícolas. La empresa ha lanzado numerosas soluciones contra insectos como Helicoverpa armigera, enemigo de los cultivos de soja, algodón y maíz, el gusano de la espiga del maíz (Helicoverpa zea), Spodoptera frugiperda, y sigue desarrollando productos para otros insectos, como la chinche de la soja (Euschistus heros).
La empresa ha conquistado mercados en América, Europa, Norte de África y Asia. Con la expansión del negocio, fue necesario aumentar la escala de producción. El grupo creció y ganó capacidad para satisfacer la creciente demanda de los productores de diversos sectores de la agricultura, interesados en reducir el uso de plaguicidas y atender al consumidor del siglo XXI, cada vez más preocupado por la salud y la preservación del medio ambiente.